Empleado de la carnicería aconseja: ¡Así es como eliminas toda la química de la carne!

El pollo y el pavo están entre las carnes favoritas.

Sin embargo, como seguramente sabes, un pollo estándar no puede crecer hasta un tamaño normal adecuado para carne en 30 a 40 días.

Por lo tanto, es comprensible que los criadores agreguen muchos aditivos a su alimentación, lo cual no es deseable.

El portal Secretos Culinarios recomienda cómo eliminar todas las sustancias dañinas de la carne.

Es necesario remojar la carne en una solución fisiológica antes de cocinarla.

Este método permite eliminar al menos parte de lo acumulado durante el procesamiento del pollo.

Cada pieza de carne debe ser ligeramente remojada, solo para que se sature con agua.

Gracias a esto, será más jugosa, ya que las moléculas de sal retienen el agua en los tejidos.

Y gracias a esto, no perderá masa y no se secará al cocinarla.

Es bueno agregar un poco de jugo de limón al agua.

Este proceso se puede considerar como una limpieza de la carne.

Gracias a esta solución, al menos parte de las toxinas se liberarán de la carne. Pero tiene otra ventaja.

Las pechugas preparadas de esta manera, asadas en el horno, serán muy suaves y no se secarán.

Un carnicero experimentado aconseja cómo elegir carne de calidad.

Quizás hayas escuchado que la carne puede estar bombeada con una solución de soja o con sustancias especiales que le dan un aspecto más atractivo.

El problema mayor surge cuando en el mercado también se venden trozos tratados con sustancias químicamente perjudiciales para la salud.

¡Conozca un sencillo truco para distinguir rápidamente la calidad de la carne!

Solo necesita 20 segundos para saber lo que está comprando.

Corte un trozo de carne y pinche un palillo en él.

Tome un trozo de papel de aluminio y un fósforo.

Inserte el palillo en la carne y acerque el fósforo encendido a ésta.

Si después de 10 segundos la carne comienza a humear y huele como cuando se está asando, tiene suerte de haber conseguido carne de calidad sin aditivos.

Pero si la carne está tratada con aditivos, comenzará a soltar un líquido negro.

Si tuvo suerte y la carne pasó esta prueba, puede seguir comprándola con tranquilidad.

Pero si no pasa esta prueba, es mejor cambiar de marca o de carnicero.

Nunca lave carne cruda debajo del grifo.

¿Qué puede salir mal al lavar pollo o carne de res bajo el grifo?

Es normal querer usar carne limpia en perfecto estado y estar convencido de que la única manera de hacerlo es bajo el chorro de agua.

Parece que esta acción aparentemente inocua puede causar más daño que beneficio.

El principal culpable son las bacterias que pueden estar en la carne.

Las más comunes son la Listeria monocytogenes o la Salmonella, pero también hay una amenaza común como el Campylobacter jejuni, un microorganismo que se encuentra a menudo en el sistema digestivo de los animales.

Esta bacteria puede causar campylobacteriosis.

Esta enfermedad se manifiesta con diarrea, vómitos, dolores de cabeza, fiebre e inflamaciones del estómago y los intestinos.

Es muy fácil infectarse con bacterias.

¿Cómo está relacionado lavar pollo con la contaminación de estas enfermedades?

Al lavar la carne con agua del grifo, el líquido se salpica alrededor del fregadero y puede caer sobre objetos o alimentos cercanos.

Los microorganismos de la carne también llegan a estos lugares junto con el agua.

Solo se necesita usar una tabla de cortar o un cuchillo para que las bacterias lleguen fácilmente a nuestro sistema digestivo.

Los expertos están de acuerdo en que es mejor evitar por completo el enjuague de pollo o cerdo.

Estos tipos de carne deben ser cocinados térmicamente, por lo que si los lavamos o no, cualquier microbio no deseado morirá al freírlos o cocerlos.

Al preparar la carne, también debemos tener cuidado.

Todos los utensilios de cocina que hayan estado en contacto con pollo, cerdo o carne de res deben lavarse a fondo.

Después de terminar de cocinar, tampoco debes olvidar lavarte bien las manos.

Por supuesto, no todas las piezas de carne contienen bacterias dañinas.

Sin embargo, es mejor estar seguro que lamentar no haber prestado más atención a la higiene.